miércoles, 3 de julio de 2013

QUE SE DETENGA EL TIEMPO UN SEGUNDO



Cuando decides formar una familia, y si estas algo desequilibrada como yo, no te conformas con uno, ni siquiera la parejita, sino que paras de concebir por prescripción médica más que por tí misma, prepárate para vivir toda tu vida en tensión.

Creo muchos días que estoy "pasando" por aquí. No me detengo en ninguna parte mucho rato, podría ser una espía de la CIA y nadie me pillaría. Si fuese sola por la calle, claro.
Porque salir a pasear, a comprar o simplemente a firmar en la puerta de casa un certificado de correos, se convierte en un deporte de riesgo.
Me aterra que alguna de mis pequeñas fieras se despiste, y reconozco que para evitarlo me convierto en una especie de criatura con los ojos abiertos como platos y capaz de girar la cabeza 360 grados. Y me escucho a mi misma pronunciar improperios, advertencias, consejos de educación cívica, y en los casos desesperados, auténticas amenazas, que al mismísimo Steven Seagal le harían derramar alguna lagrimilla.

Pero mis hijos son más duros que todo eso. Vaya que sí. Eneko quiere estar en el suelo, (si no puede estar en brazos, claro), y le da igual que el suelo esté reluciente, que esté diluviando, o que esté lleno de suciedad y porquería.

La niña, la persona que me ha enseñado a desconfiar para siempre jamás de los estereotipos. Y a descubrir que la moda, lo "normal", en cuanto a vestuario, no va con ella. El otro día, guardando en cajas la ropa de invierno, "descubrió" ese jersey gordo gordísimo de invierno, y decidió que 25 grados no es calor, y que era el día perfecto para lucir un polar de cuello alto... También creo que le encantaría que yo fuese atleta de maratón. Le encanta que la persiga calle arriba, calle abajo, y si estamos en un centro comercial y el suelo resbala, pues eso ya es lo más de lo más.

Y el mayor, pobre incomprendido, que intenta explicarme las maravillosas hazañas que ha conseguido en el último videojuego, y recibe a cambio una mirada perpleja y de aburrimiento. Si, lo reconozco, me aburre soberanamente el tema de los jueguecitos. Y me pasará factura, lo sé. Dentro de unos años ya no querrá contarme nada de lo que hace, y entonces me sentiré fatal también...


Hoy no hablo de enfermedades, tratamientos ni terapias. Simplemente de la vida, del amor, de los momentos de rabia, de quererlos facturar a un país lejano, del arrepentimiento instantáneo, de las risas, de las lágrimas que a veces quedan en la almohada... Porque quieres hacerlo bien, porque siempre dejas algún beso por dar, algún te quiero por decir, y me faltará mucha vida para eso. Por eso me gustaría que el tiempo parase su maquinaria un momentito.Para pasarme todo ese tiempo abrazando a mis fieras y diciéndoles lo mucho que los quiero.

Y jugando con ellos, olvidarme de que hay que preparar la cena, y hacer como hacen ellos, vivir el hoy, sencillamente. Parece fácil, verdad?

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