lunes, 1 de julio de 2013

EL HOSPITAL ES OTRA REALIDAD

 Cuando cruzas las puertas de entrada, y te diriges a la habitación, el tiempo se detiene. En un hospital no hay lunes, ni miércoles, ni sábado. La gente ingresa, sale, se cura, otros sin tanta suerte mueren... En fin. Cuando entras al hospital, puedes sentir historias susurrando a tu alrededor. Los abuelos felices tras ver a su primer nieto, una mujer hablando por el móvil informando a algún familiar del delicado estado de salud de su madre, y niños hablando y riendo mezclandose con personas al borde del llanto. Y subes a la planta de pediatría. Y te sumerges de nuevo en esa otra realidad. En la que las risas y las lágrimas conviven en incomprensible armonía. Niños que apenas andan, paseando con sus padres arrastrando el gotero, y con unos pijamas tan grandes que apenas dejan apreciar su diminuto cuerpecito. Y padres esperando fuera de la habitación, con la mirada perdida, mientras los médicos realizan las curas o reconocen a su pequeño. Y cada habitación es una historia, un trocito de mundo. Y lo que fuera es importante, en esa otra realidad no importa nada. Cuando tu corazón está tumbado en una cama, cuando un pedazo de tu alma se desgarra, todo a tu alrededor se detiene. Y aprendes a llorar riendo. Algo muy difícil, que en esa otra realidad es lo primero que debes aprender.

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